
Como balas que dispara un corazón suicida, así pasan los días y la vida, como cuando caminas cuesta arriba subiendo una montaña y vas cargado con una mochila donde no necesitas nada de lo que llevas dentro.
Necesito perderme en los clásicos de Dickens para volver a creer que existe un amor bonito de esos que te hacen volar entre las nubes, aunque a lo mejor el problema es ese, que sueño demasiado para lo real y puta que es la vida.
Demasiada sensibilidad nunca es buena, ya me lo digo frente al espejo cada día, pero la zorra que se refleja ante mí, me dice “Jodete bonita y sufre, que aprendas lo que duele la vida”.
No sé que he hecho mal para que mi otro yo tan hijo de puta me ponga las cartas sobre la mesa. Quizás se ha cansado de recibir hostias de la vida y ahora se rebela contra mi matándome un poco por dentro.
¡Que yo ya no necesito pensar en mañana, Joder!
Que solo me conformo con vivir el corto instante que se hace eterno en mi cabeza, con eso vivo, con eso sueño, por eso muero…
Que los sueños de verano ya se los llevó una fría tormenta de invierno y dudo mucho que quieran volver, sobre todo porque no pienso dejarles entrar, no quiero, no quiero, no quiero… Como una niña que patalea en la entrada del colegio, pues yo igual.
Me digo a mí misma que vivo con rabia, me pregunto que porqué quemo cartas que no envío a escondidas, que porqué apuesto donde sé que el rojo no va a ganar, que porqué vuelvo tarde siempre donde no se me espera por la puta sensación de volver a encontrar el tren de ida a mi propio mundo interior, aunque siempre pasa de largo, pero pasa en hora punta y yo voy cinco minutos tarde por la vida. ¡Pues la verdad que no lo sé! – me digo. Es más, no sé nada de lo que me pregunto, necesito beberme un whisky para pensar con lucidez y claro, cuando llevo tres empiezo a verte y sentirte por todos sitios, llenando los espacios en blanco, esos que tanto quiero ahora borrar.
¡Quiero emborrarme de lujuria contigo, Joder! Y luego amarnos en el más dulce de los silencios de dos almas que no pueden separarse.
Soy estúpida de sentimientos y ya es tarde para dejarte atrás, será que mi cuerpo no quiere sentir nada que no seas tú e intento arrancarte de mí pero no puedo.
Que nada termina ni huyendo a quemarropa de ti ni de mi, que las madrugadas nos buscan para que volvamos a ser insomnio juntos y perdona, pero no quiero entender un No.
Razono. Asiento con la cabeza. Me ahogo conmigo misma. Pataleo. Lloro. Y todo en silencio.
Una vez fuí niña, una vez amé, una vez lloré y una vez me arranqué el corazón para dejar de sentir.
Sólo soy un puto corazón cobarde que prefiere silenciar lo que siente antes que el tiempo vuelva a ponerme como Kamikace de mis propios sentimientos.
Algún dia, quizás, la vida nos sonría de nuevo, y entonces tú, y entonces yo, nos reiremos de los corazones cobardes.
Quizás…
Algún dia…